El sistema de legítimas en España se refiere a la porción de la herencia que la ley reserva a ciertos herederos forzosos, independientemente de la voluntad del testador.

Este sistema es una característica fundamental del Derecho Civil español en los territorios de Derecho Común, que abarca gran parte del país, salvo en las regiones con sistemas de derecho foral o especial, como Aragón, Baleares, Cataluña, Galicia, Navarra y el País Vasco.

En los territorios de Derecho Común, principalmente regidos por el Código Civil español, los herederos forzosos incluyen a los descendientes, ascendientes y el cónyuge sobreviviente.

La legítima garantiza que una parte del patrimonio del causante (el fallecido) esté destinada obligatoriamente a estos herederos.

Por ejemplo, si el testador tiene hijos, la legítima reservada para ellos es de dos tercios de la herencia: un tercio que se divide por partes iguales entre los hijos (legítima estricta), y otro tercio de mejora, que el testador puede asignar a uno o varios de sus descendientes. Solo el tercio restante es de libre disposición.

Por otro lado, la supresión de las legítimas y la adopción del principio de libertad de testar, característico del Derecho anglosajón (especialmente en el Reino Unido y los Estados Unidos), implicaría un cambio total en el sistema español.

En estos sistemas, el testador tiene plena libertad para disponer de sus bienes como lo desee, sin estar obligado a reservar porciones para herederos forzosos.

Esto proporciona una mayor autonomía para diseñar la distribución del patrimonio, aunque puede dejar desprotegidos a los familiares cercanos si el testador decide no otorgarles parte de la herencia.

Un sistema de libertad absoluta de testar en España requeriría la eliminación de la legítima como concepto jurídico, lo que generaría un debate sobre la protección de los derechos familiares frente a la libertad individual del testador.

La legítima está arraigada en la tradición jurídica española y se concibe como una forma de asegurar que los descendientes y otros parientes cercanos reciban un mínimo de la herencia.

Su desaparición podría aumentar las disputas familiares y dejar a ciertos herederos en una situación de vulnerabilidad.

En este contexto, el sistema de legítimas se basa en la limitación de la libertad de testar para proteger a los herederos forzosos.

La supresión de este sistema y la adopción del principio de libertad de testar propio del Derecho anglosajón otorgaría plena libertad al testador, generando profundas consecuencias en el ámbito sucesorio y familiar.

Es cierto que muchos testadores en España, en los territorios de Derecho Común, expresan el deseo de contar con una mayor libertad de testar, debido a diversas circunstancias, como el comportamiento de algunos herederos forzosos, particularmente hijos, y las dificultades que presenta la actual legislación para desheredar.

El Código Civil español establece motivos muy concretos y limitados para desheredar, como maltrato de obra o injuriar gravemente de palabra a los padres o ascendientes, pero estos hechos son difíciles de probar en muchos casos.

La realidad es que la ley restringe las facultades del testador, lo que puede resultar frustrante cuando este desea distribuir su patrimonio de una manera distinta debido a conflictos familiares o comportamientos no deseados por parte de sus hijos.

Por tanto, algunos sectores abogan por una mayor flexibilidad que permita desheredar de manera más sencilla o, incluso, por la adopción de un sistema que se acerque más a la libertad de testar, al estilo del Derecho anglosajón.

En sistemas como el británico o estadounidense, el testador puede decidir libremente excluir a ciertos herederos de su testamento sin tener que justificarlo legalmente, lo que ofrece una alternativa atractiva para aquellos que buscan mayor control sobre su herencia.

En resumen, la demanda por una mayor libertad para testar se debe, en gran medida, a la percepción de que las legítimas no siempre responden a las dinámicas familiares actuales.

Las relaciones entre padres e hijos pueden ser conflictivas o distantes, y las reglas tradicionales se ven como un impedimento para reflejar fielmente las verdaderas intenciones del testador.

La dificultad de desheredar en el sistema español, sumada a las restricciones impuestas por la legítima frente al sistema anglosajón, impulsa este debate.